martes, 15 de noviembre de 2011

Diario del averno día 7: La nigromante de mis deseos

Dentro de este trasegar longevo y tortuoso donde el alma se estrella en un sinfín de ocasiones contra los muros hambrientos del infierno y hasta los prodigios rompen sus cabezas contra el suelo al ver que las respuestas no son tan físicas como solían creer; en todo este viaje de dolor y sufrimiento existe algo que reaviva y mantiene erguido hasta al más cobarde de los seres… el deseo.

El deseo, esa sensación perpetua de posesión que exacerba hasta al más lánguido de los reyes y al más precoz de los ladrones; eso… te lleva a lugares insospechados, por ello… llegas hasta el confín más oscuro del alma donde reposa erguido el monolito de la muerte misma que yace en ti.

Aquí me encontraste tu la nigromante enferma y delicada, musa dolorosa, símil perfecta del placer enmascarado tras el hierro y la sangre, belleza sin final, derogada, sensible, pensativa calculadora malévola y aun así bendita entre todos los seres de este infierno.

Vestida en traje mortuorio hecho de cuero y látex, con los labios carnosos y bañados en sangre que se derrama cuidadosamente sobre el pecho creando tribales perfectos y armoniosos para el que los ve, con ojos profundos como el abismo en el que se arrastra este vampiro que aunque procura ser indiferente de la realidad; no es siquiera capaz ni tampoco desea ignorar tu respiración.

Te vi directo a los ojos me viste desde arriba y bajaste majestuosamente con unas alas carmín que prácticamente me impedían ver el cielo; me hablaste de los tiempos pasados, del devenir del flujo discutimos de las vidas y del estado perecedero de la materia pero que aun así puede perpetuar las emociones en algo más que folios.

El tiempo pasó y avanzo rápidamente, más de lo habitual mas no me importo así como jamás me importaría morir por vuestra causa ya que no he de negar que desde que cruce mis labios junto a los tuyos y pude romper el hielo mediante una mordida salvaje y bizarra revestida de pasión decidí entregarte el fragmento corroído de mente que me queda ya que te pertenece.

Aún recuerdo tu mirada demencial después de ello y como desgarrabas delicada pero firmemente mi piel mientras los gemidos llenaban el vacío impenetrable generado por tus alas; de repente… el silencio abrazo el ambiente como si una cuchilla cortase el momento con el solo rozar de su filo.

Te alejaste de mi y pude vislumbrar nuevamente el carmín de las paredes del infierno, y note después de un periodo del silencio que acá los muertos cantan con el miedo, dominados por tu voz retenidos por tu aliento; si tu aliento ese aliento de cal dulce y de hiel renovada, tú la mujer sentada en el trono del centro de mi infierno la que con cadenas atas a los muertos.

Algunos dirían que en este lugar no se puede tocar el violín; acá, en el infierno se rompen las cuerdas de todos los violines, es cierto pero porque acá en el infierno no se canta con la melodía natural, acá se canta con el miedo se escucha con el alma y se expresa en un destello la melodía más perfecta.

Me gustaría entonces preguntarle algo si no es una imprudencia de una mente lujuriosa generar cuestionamiento sobre tan magno ser: ¿no gustarías de escuchar la silenciosa melodía de nuestra piel desgarrándose y la de los huesos rompiéndose mientras los ojos se desorbitan y se sangra incesantemente hasta el amanecer? ¿Acaso conoces el sonido de la sangre cayendo en el suelo mientras las sabanas se arrastran por un suelo de piedra y la carne se deshace en los labios de los amados?

En ese caso si es menester quisiera invitarle fervorosamente, hermosa dama, a que me desgarre la piel y pruebe la mezcla del miedo el dolor el placer y el afecto junto a mi mientras me hace arder en el fuego infinito y azul que se desprende de su interior y si no le molesta me gustaría desgarrar su cuello mientras mi respiración consume hasta las mas ínfimas fibras de mi ser para demostrar que mi afecto es más grande que el dolor mismo y que lo que profeso por usted supera con creces el poder del deseo.

Desperté bruscamente de nuevo en el mismo diván y solo pude recordar el instante de nuestro encuentro y solo me aventuro a revelar que para mi vuestra merced es la carne, es la hiel, es el fuego y la sed, es el instante momificado de la perfección idónea, es el despojo de las almas, eres la vanagloria de los submundos del miedo, es la última sonrisa.

Me levanto finalmente del descanso lleno en sudor y sangre producto de la ultima jornada; me acerco al jardín tomo una rosa negra la pongo en un pequeño florero y dejo una nota escrita y sellada con serigrafía color sangre donde se lee lo siguiente.

Ángel mío si deseas cantare por ti interminables sinfonías de pasión y delirio, solo quiero pedirte un favor, puesto que te amo de forma desmedida y no creo poder vivir sin ti; cuando mueras podrías…

¿Regalarme tu último aliento, para albergarlo en mi alma y sentir que me envuelve tu vida?

1 comentario:

  1. Definitivamente ansio mucho que me lo recitaras.. quiero oir de tu labios tan bello pensamiento que aun no termina, deseo fervorosamente que estas palabras entre en mi y se quede alli siempre grabadas...
    Cada noche antes de dormir asimilo tu voz, pero no es igual...
    Podrias Hacerme el favor de ser tu voz y tu cuerpo recordarmelo por siempre

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